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El Problema de Robinson Crusoe

El problema de Robinson, o, ¡es la preinversión, estúpido!

El título de esta bitácora puede parecer oscuro - o demasiado claro. En cualquier caso, no parece demasiado adecuado a una bitácora sobre evaluación de proyectos. Sin embargo, me parece que la figura de Robinson, y varios de los episodios de su vida y de su estadía en la isla, son muy ilustrativos para los evaluadores de proyectos y los inversores.

Obviamente, Robinson Crusoe estaba en un problema cuando naufragó en su isla. La definición de ese problema fue cambiando con los días: cuando comenzó la tormenta y la nave encalló, el problema era sobrevivir al naufragio; cuando llegó a tierra, sobrevivir a un aislamiento total y sin recursos. Cuando pudo recuperar los recursos que estaban en la nave, e instalarse, su problema fue cómo salir de la isla. Cuando se convenció de que eso no era posible, su problema fue cómo armar un modo de vida sustentable, con los recursos que disponía.

¿A cuál de todos los problemas me refiero? Uno en particular fue el que nos hizo elegir al título - y a la figura de Robinson - para identificar esta bitácora: el famoso episodio de la construcción de la canoa.

Si recuerdan, al poco tiempo de estar en la isla a Robinson se le ocurre hacer una canoa vaciando un árbol, al estilo indígena. Elije "un cedro como el Líbano no suministró uno igual a Salomón para la construcción del templo de Jerusalén: tenía por la parte de abajo del tronco cinco pies y medio de diámetro [aprox. 1.6 metros], y su altura, hasta las ramas, era de treinta y dos pies [aprox. 10 metros][...]."

Luego de 155 días de arduo trabajo fue dueño "[...] de una hermosa piragua, capaz de contener veintiseis hombres, y por consiguiente de conducirme con toda mi carga." Su alegría fue intensa, como intensa fue su desazón cuando comprendió que le sería imposible botarla al mar: ¡el árbol que había elegido estaba demasiado lejos de la costa!

El problema de Robinson fue que incurrió - para su desdicha - en el "pecado original" de muchos proyectos: pasar de la idea a la ejecución, sin formularlo adecuadamente, sin evaluarlo, sin prever factores de riesgo. Imaginó, sin cálculo alguno, un VAN positivo. Pero el VAN se hace efectivo cuando el proyecto puede ejecutarse y operarse según lo previsto; una adecuada preinversión (identificación, formulación y evaluación del proyecto) aumenta las probabilidades de que eso suceda... o detecta que es mejor no realizarlo.

Reconozco que en su caso la ansiedad por salir de su dura situación puede haberlo llevado a esa costosa omisión.  Para el resto de nosotros, que - por suerte - encaramos proyectos sin la presión de la supervivencia y con más apoyo que el pobre Robinson, omitir una adecuada formulación y evaluación del proyecto es menos disculpable.

Todo proyecto debería atravesar un ciclo de vida: la preinversión (los estudios donde se lo identifica, formula y evalúa), la inversión (cuando se comienza a realizarlo) y la operación (cuando se entra en producción). Estas etapas pueden hacerse más cortas o más largas, según la complejidad del proyecto o los recursos disponibles. Pero deben cumplirse, de modo de evitar, como dice Robinson, "la gran locura que significaba emprender una obra antes de haber calculado lo que costaría el ejecutarla".

 

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