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El Problema de Robinson Crusoe

Oficios urbanos: los cuidacoches, o la rentabilidad privada del espacio público

1. Introducción: Un oficio pintoresco

El mercado, como la naturaleza, aborrece el vacío. Cuando detecta una oportunidad de captar una fuente de valor aparece el emprendedor que organiza un modelo de negocio para apropiársela.

En la gran ciudad las oportunidades están por todos lados. Eso favorece  la aparición de oficios urbanos, tan pintorescos como los vendedores coloniales cuyos pregones aprendíamos de niños en las cercanías de las fechas patrias. Sólo que algunos de los modernos pregoneros son un poco más siniestros.

Tomemos, por ejemplo, a los cuidacoches. Para beneficio de aquellos (afortunados) lectores en cuya ciudad no existen, el cuidacoches es un individuo que, munido de un trapo más o menos limpio, se instala en una cuadra en la ciudad (cercana a un centro comercial, un complejo de cines, una zona de restaurantes o un estadio deportivo, por ejemplo) y ofrece a los automovilistas que buscan estacionar allí su protección.

¿Protección contra qué, se preguntarán? Cual urbano y posmoderno Dr. Jekyll and Mr. Hyde, el cuidacoches ofrece protección contra su lado más oscuro. En efecto, también puede desalentar al ocasional ratero o ladrón de autoestéreos, pero la principal amenaza es él mismo. Si el automovilista resiste a su pregón y se aleja sin pagarle, a su regreso puede encontrar un neumático pinchado, un rayón en el paragolpe...o no encontrar su automóvil. ¿Quién ha sido el autor de la tropelía? Quien sabe, pero el cuidacoches luce amenazante. Obviamente, la mayoría de los conductores paga por la "protección".

El cuidacoches como oficio plantea reflexiones desde lo público y desde lo privado. En esta entrada lo veremos desde la evaluación privada.

2. El modelo de negocio: la creación de costos

Como modelo de negocio, es creativo: la escasez de espacio para estacionar genera que el mismo sea un recurso valioso, y la necesidad de pagar por el mismo; el precio de los automóviles los transforma en un bien que debe ser protegido; sobre todo, la amenaza de daño en un bien valuable genera predisposición a pagar.

Se produce así lo que Pasqual define como "proyecto forzoso": crear los costos para justificar el proyecto. Tal como señala este autor, "aunque la creación de costos sea una actividad nefasta para el conjunto de la sociedad, puede proporcionar buenos beneficios para un sector determinado" (Pasqual, Joan [1999]: La evaluación de políticas y proyectos. Criterios de valoración económicos y sociales. Icaria-Antrazyt-Universitat Autònoma de Barcelona, página 159. Véase también http://www.ecap.uab.es/jpasqual/ACB.htm). En nuestro caso, la actividad parece ser muy rentable desde el punto de vista privado.

Lo interesante del modelo es, sobre todo, el sutil juego con la probabilidad de daño. El cuidacoches tiende a ser amable y a desarrollar, en algunos casos, relaciones comerciales duraderas con ciertos clientes habituales. Su ventaja no reside en ocasionar un daño a quien no paga sino en sugerir que la probabilidad de ese daño aumenta  cuanto menos amable y dadivoso se sea con él. Se trata de un claro ejemplo de información asimétrica: el cuidacoches sabe con certeza si dañará o no el automóvil cuyo dueño no pague; el automovilista sólo puede suponer que quizás no lo dañe. El valor esperado del daño es alto, aún si el escenario de "no daño" tiene una probabilidad mayor que el escenario de "daño", pues el valor del automóvil es elevado.

3. Rentabilidad privada del negocio

El precio de la protección es (relativamente) barato: en Buenos Aires, entre USD 1 y USD 20. En el primer caso se trata del precio de un espacio cualquiera cerca de algún área de esparcimiento; los precios mayores se cobran por el estacionamiento cerca de eventos como recitales o partidos de fútbol.

En cualquiera de los casos, como un monopolista perfectamente discriminador, el cuidacoches gradúa su tarifa en función de al menos tres variables: el tipo de automovilista (mujeres, ancianos y gente con niños pagan más), el tipo de vehículo (cuanto más lujoso, más paga) y el tipo de evento (recitales y partidos de fútbol son más caros).

Veamos un poco los números. Una cuadra cualquiera alberga unos 15 automóviles. Supongamos que el cuidacoches vende cada espacio 2,5 veces  por noche, a un dólar cada vez. Esto significa un ingreso de USD 37.50  por noche, en promedio. Quizás los viernes cobra más, y vende más veces los espacios, y los domingos debe cobrar menos, cada auto usa más  tiempo su espacio y algunos quedan vacíos. Podemos sensibilizar esas variables, pero como estimación rápida tenemos un ingreso de USD 112.50  por semana, o USD 450 por mes. Nada del otro mundo, pero pensemos que trabajan sólo tres noches a la semana (está bien, se trata de fines de semana, y por la noche, y debe ser aburrido), y que el precio que supusimos es el mínimo que actualmente se cobra. Estos ingresos posicionan a este oficio como mejor pago que varios otros (por ejemplo, repositores de supermercado o mensajeros).

Además, la venta de espacios "marginales", y una escala mínima de producción (el cuidacoches individual). El verdadero negocio está en otro lado.

4. Mejorando el negocio: Economías de escala

Si cuidar una cuadra es valioso, el derecho a hacerlo también lo es. En  un mercado tan desregulado, las barreras de entrada son bajas, aunque las hay. De modo que el modelo optimizado debe implicar fortalecerlas... para quien está adentro. En otras palabras, tener la fuerza suficiente para defender el territorio y destinar parte de los flujos de ingresos a "comprar" a su vez, protección.

Podemos deducir así que sobre el cuidacoches individual hay un empresario que regentea varias cuadras, dando a cada cuidador protección física contra intrusos y comprando el silencio policial.

Supongamos un empresario más o menos generoso, que tenga 10 cuidacoches a su cargo, a los cuales les pide "sólo" 40% de las ganancias mensuales. Su ingreso mensual será USD 450 x 40% x 10 = USD 1.800. Aún pagando un 30% de ese ingreso a la policía - como señalan algunos conocedores del tema - sus ingresos mensuales serían USD 1.260, tanto como el de un empleado bancario de cierta categoría.

En este cálculo estamos suponiendo un precio bajo y un personal escaso. Algunas crónicas periodísticas hablan, sin embargo, de "empresas" de 30 personas, lo cual triplicaría el ingreso mensual anteriormente calculado, para el empresario. Nada mal, si bien es cierto que es una actividad más riesgosa que trabajar en una sucursal bancaria, aunque también más saludable, ya que se trabaja al aire libre, uno se mueve todo el tiempo y cada tanto puede haber alguna ágil escena de pugilato, que los mantiene en forma.

5. Mejorando el negocio: El mercado premium

Claro que lo anterior palidece frente a los ingresos que se pueden obtener si se apunta al mercado premium: partidos de fútbol, recitales de rock o torneos de tenis, por poner algunos ejemplos.

Supongamos 5,000 espectadores que pagan (por lo menos) USD 5 para que su automóvil sea "cuidado" durante el evento. Eso representa un mercado de USD 25,000. Aún suponiendo que el territorio se lo repartan tres o cuatro empresas, y que se pague el 30% de rigor por la ceguera policial, el ingreso neto no es menor a USD 5,000... en medio día de trabajo.

Obviamente conseguir los espacios en esos eventos no debe ser fácil para los "empresarios", lo cual explica en parte la alta rentabilidad

6. Conclusión

No sería difícil armar, desde el teclado, un árbol de problemas que explique el entramado de causas que permite el surgimiento de este oficio. Pero para no caer en trivialidades (tales como la desidia estatal y la falta de oportunidades laborales) habría que hacer un trabajo de campo, y testear cada causa y su efecto.

Sin embargo, unos sencillos cálculos alla Fermi nos muestran la razón de la permanencia y lozanía de esta "industria": claramente, es un mercado muy rentable, donde no se pagan impuestos, y la rentabilidad atrae capitales. Por ello creo que vamos a ver a los cuidacoches por muchos años en las callecitas de Buenos Aires.

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